Comparto este bellísimo relato de Luis Pescetti y les deseo un muy feliz día a todos los papás que disfrutan, se divierten, se preocupan, se ocupan, juegan, enseñan, aprenden y crecen junto a sus hijos.
Por Luis Pescetti
Todos los chicos necesitan que su papá sea Súperman, “¡Si no, estamos sonados!” me decía ayer Miguel Espeche.
Idea que oía con cierto pudor porque mi hijo me ve gigante y fuerte, pero yo sé mi verdadero tamaño y fuerza, entonces no quiero desilusionarme con la ilusión que él se hace… ah no, quise decir otra cosa.
Quería decir que no puedo sino apreciar con ternura su mirada sobre mi sabiduría o fuerza.
Con ternura y hasta con cierto temor de su futuro desencanto…
cuando descubra a otras personas más fuertes o a tantas otras más sabias.
¿Y qué voy a hacer yo, entonces, sino pasar a un “cementerio de elefantes de papás superhéroes”?
Seguimos conversando y me recompuse pensando que lo que todo niño necesita
es que su papá sea Súperman… ¡pero no el único Súperman!
Ahí recuperé mi entusiasmo, volví por la capa que todavía nadie se había llevado.
No tengo el más mínimo problema en ir a la plaza y encontrarme con otros súpermanes
con sus hijos. Perfecto. O ir a cargar combustible y que me atienda otro súperman.
No necesito ser el único, y menos lo precisa mi hijo.
Un alivio.
Vamos al supermercado, al cine, y estamos rodeados de montones de súpermanes papás con sus hijos que los miran fascinados.
No se confunde ni un solo cable, a nadie se le mezcla el hilo de su súper papá
con el súper papá de otro chico.
Experimento: tomen de la mano a su hijo, o recuerden cuando lo hacían con su papá,
y puede pasar quién quiera a su lado, que no se les pierde la sensación hermosa de esa mano.
Ya entusiasmado, seguí reflexionando:
ni el único, ni súperman en todos los rubros,
“Con eso puedo perfectamente”, me dije.
Súperman tiene fuerza, vuela, visión de rayos equis, súper oído… y hasta ahí que yo me acuerde.
Cuatro súper poderes
¡Cualquier papá tiene cuatro súper poderes!
Anoche, sin ir más lejos, estuve en casa de unos amigos, y él, papá (ahí les voy):
- es abogado que trabaja en tribunales… y tiene el pelo largo casi hasta la cintura y usa arito (súper poder sobre los prejuicios, pongámosle).
- preparó unas pastas caseras en lo que conversábamos de la vida (súper poder de la cocina).
- lo llamó su madre y, mientras hablaba con ella, su hijo y su esposa, no pararon de hacerle chistes y chismosear sobre cuánto le gusta hablar por teléfono… ¡y él ni se inmutó! (súper piel de acero y plástica paciencia).
- y cuando ya estuvieron las pastas (ñoquis caseros con salsa casera) preparó la mesa, llevó y trajo lo que hacía falta y sirvió los platos (¡súper anfitrión!)
Y eso por nombrar ese ratito nomás,
pero ya le empatamos la cantidad de súper poderes a Súperman.
Ustedes me dirán que con eso no vencemos a ningún malo, y… más o menos,
no saben la cantidad de aliados que pueden conseguirse con esa mezcla de hombría y dulzura.
Pero yendo más a su preocupación: lo cierto es que cuando uno es así, mágicamente o por la razón que sea, tiene menos malos que lo rodean.
No estás a salvo de todos, pero ni Súperman está a salvo de todos,
El punto no es: cuántos malos vencés,
sino cuántos malos se te vienen encima o, y perdón que me apoete,
pero como decía Cavafys en “Itaca”:
“Ni Lestrigones ni Cíclopes, ni el furioso Poseidón encontrarás, si dentro de tu alma no los llevas,
sólo tu imaginación los yergue delante de ti.”
Y, cuando uno es como este amigo, la imaginación fabrica otras cosas: pastas,
por ejemplo. Ñoquis o espaguethis, en lugar de Lestrigones o “malos”.
Y, como quien no quiere la cosa, ahí ya tenemos otro súper poder de protección natural,
el poder de no llevar en tu alma la imaginación de un mal, por decir como Cavafys.
Padres, obsérvese cada uno a sí mismo y,
con toda honestidad, encuéntrense unos súper poderes.
Si quieren los que afloren más a primera vista, en lo que avanzamos,
luego no faltará la fineza de que surjan otros
más invisibles o sutiles.
Libres de tener que ser el único Súperman
y con los únicos mismos poderes
dediquémonos a disfrutar que la vida nos trajo hasta hoy
(pasamos resfríos, escuela primaria, trabajos, matrimonio… no es poca cosa)
y estamos con nuestra pequeña y querida tropa
luciendo
haciendo uso silencioso
de poderes invisibles
que sostienen éste o aquél momento.
Hagan su propia lista
péguenla en la parte de adentro de su puerta del clóset,
o del cuarto de herramientas.
Léanla, sépanla para ustedes.
Gocen su brillo.
Irradien.
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Brillante, espectacular y emocionante!
ResponderEliminarQue bueno que te gustó! A nosotros también, por eso lo compartimos. Gracias por seguirnos! Saludos,
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